Agua: elemento central de todos los procesos vitales con

"personalidad única"

Leonardo Campagnaro

Médico cirujano fundador del
Istituto Palatini. Terme di Salzano

 

 

Se escribe H2O y se llama monóxido de hidrógeno, porque la molécula está compuesta de un átomo de oxígeno (O) y dos de hidrógeno (H2), pero todo el mundo la llama agua.
Se trata de una sustancia ciertamente extraña, porque el hidrógeno es muy fácilmente inflamable y el oxígeno alimenta y multiplica las llamas, y, sin embargo, el agua apaga el fuego. Sin agua, la vida no sería posible, ni tan siquiera para los microbios, hasta tal punto que, cuando se buscan indicios de vida en otros planetas, lo primero que se busca es agua. Esta sustancia, líquida, incolora y verdosa, que refracta la luz, disuelve muchas otras sustancias, se solidifica con el frío y se evapora con el calor, está presente en cantidades variables en todos los tejidos vegetales, y, por lo tanto, en todas las células. En la fisiología de los vegetales, el agua tiene una función insustituible, porque todas las reacciones vitales son posibles nada más entre sustancias disueltas. La multiplicación celular es posible nada más si en el interior de las células existen cantidades adecuadas de agua, presente en el citoplasma. El agua es la mejor medicina natural para gran número de las llamadas enfermedades. Basta para entenderlo constatar que todas las funciones del organismo dependen del flujo de agua en el cuerpo. El agua de buena calidad biológica es la forma más barata de medicina preventiva que se conoce. El agua es imprescindible para regular todas las funciones del cuerpo y, por tanto, para que funcione correctamente es fundamental que llegue siempre en cantidad suficiente y en el momento necesario a todo el organismo, especialmente a los órganos vitales (cerebro, corazón, pulmones, hígado, páncreas y riñones). Se confunde muy a menudo una simple deshidratación con varias patologías. Muchas dolencias que podrían curarse de forma sencilla y rápida con agua. Hemos aprendido a acallar las diferentes señales de la escasez de agua en el cuerpo con productos químicos, algo perjudicial para las células del cuerpo. Buena parte de las enfermedades hoy diagnosticadas son en realidad síntomas de un cuerpo deshidratado que, sencillamente, "tiene sed y pide agua". La importancia del agua para la vida la conoce el hombre desde sus primeros pasos como especie, por eso siempre se ha preocupado de tenerla a su alcance y también desde iempos lejanos entendió que podían tratarse con agua multitud de dolencias. Nuestros antepasados sabían algo que sólo recientemente ha constatado la ciencia: que el agua es capaz de almacenar cualquier información que la impregne: una sorprendente capacidad que ha llevado a científicos como Peter Gross a hablar de la "memoria del agua" y precisamente esta facultad del agua para almacenar información es la que ha permitido al hombre intervenir en su estructura molecular con todo tipo de energías (sonora, luminosa, eléctrica, etc.) y obtener "aguas tratadas" que utilizar como remedio terapéutico o coadyuvante en el tratamiento de diversas dolencias.
Entre los estudiosos, causa tal estupor la "desobediencia" del agua frente a las leyes más elementales del resto de los líquidos que uno de ellos, el químico y físico Philip Ball, ha escrito una biografía de todos los procesos vitales de este elemento con "personalidad única". Se trata de una voluminosa obra titulada "H2O, biografía del agua". Reduciendo el agua a la fórmula química H2O, la forma en que se entendía el agua también se reducía a una aproximación puramente mecanicista; el descubrimiento de la formación de clústeres y el comienzo de las pruebas de transmisión de información en el agua han sacudido este "paradigma científico".
En el siglo XXI, habremos de despedirnos definitivamente de la teoría que defiende que el elemento agua se define de modo satisfactorio con la fórmula química H2O. En este siglo, será la física quien tenga la oportunidad de acercarse a la solución del enigma del agua. La memoria humana almacena y borra su información de forma emocional, según el significado y las impresiones que dicha información haya causado a la persona, mientras que la "memoria del agua" funciona de forma objetiva. Almacena, con total precisión, la información y se puede comparar con una registradora de cinta que pudiera registrar vibraciones físicas para reproducirlas en caso pueda ser solicitado por uno instrumento suficientemente sensible.
Tales de Mileto, 2.500 años antes de Cristo, definiera el agua como "el principio de todo lo que existe". El ganador del Premio Nobel de Medicina en 1912, el doctor Alexis Carrel, relaciona agua e inmortalidad cuando dice: "La célula es inmortal. Es realmente el fluido en el que flota el agua que degenera. Renovando este fluido a intervalos proporcionaríamos a las células lo que necesitan para su fuerza de funcionamiento y por lo tanto el pulso de la vida continuaría para siempre".

 

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