NÚMERO 10

     

TOVEL DEL REVÉS

Tiziano Camagna, Andrea Forti

 

 

El lago Tovel, también conocido como el Lago Rojo, debe su fama al florecimiento estival de un alga perteneciente al grupo de los Dinophyceae. Este alga, que se ha llamado Glenodinium sanguineum Marchesoni desde 1941, ha sido descrita como una especie con una considerable plasticidad cromática y morfológica. Gracias a los estudios llevados a cabo por la Fondazione E. Mach (FEM) en San Michele all'Adige, se ha podido saber que, en realidad, este alga es un "complejo de especies", compuesto por tres algas, lo que explica la gran plasticidad del Glenodinium sanguineum Marchesoni. Las tres especies son las siguientes: Baldinia anauniensis (la forma verde), Borghiella dodgei (la forma marrón) y Tovellia sanguinea (la forma realmente roja). Estas algas están siempre presentes en el lago, pero debido al diferente y menor uso de los pastos que rodean el lago, ciertas carencias en la cadena trófica ya no permiten su floración.
Desde 1964 el Lago Tovel no se torna rojizo, aún así es seguramente uno de los más bellos lagos de los Alpes. Esta situado en un valle dolomítico y bordeado al sur por el valle de Santa Maria della Flavona, que asciende hasta el paso Grostè. Al oeste domina el inminente y duro norte del Brenta, compuesto por las cimas de Pietra Grande y Vagliana, descansando sobre la gravera y los brillantes pastos de verde hierba de la Malga Tuena.
Cuando alcanzas la parte norte de la orilla, donde comienza el riachuelo Tregénsa, donde hay una vista del lago completo, la emoción que genera es parecida al sentimiento que provoca mirar un cuadro del paisajista inglés J. Constable: un verdadero y original caleidoscopio de emoción concentrada, con multitud de colores y formas que infunden una atmósfera de espiritualidad y un sentido de la calma sin igual. Como en otras experiencias en la vida, una vez no es suficiente. Tovel merece numerosas visitas para permitirte comprender mejor el potencial y las muchas facetas de la belleza de sus colores: la predominancia del verde, típico en el verano, la impresionante paleta de otoño, acompañada por la transparencia del color verde – el azul de sus aguas, como un espejo que refleja las cimas que lo rodean.
Sin embargo, si admirar el lago desde sus orillas nos puede proporcionar emociones intensas, ¿qué puede revelar lo que yace bajo la superficie del agua, Qué es lo que las aguas frías y hostiles no nos permiten ver? Sólo en los últimos años, en los que hemos comprobado el avance exponencial de los equipos de buceo, desde la introducción de trajes de neopreno hasta la preparación de mezclas de gases que permiten bucear en profundidades específicas, ha sido posible investigar la oscura profundidad del lago con cierta seguridad.
Desde el principio del pasado siglo, la iconografía y el periodo de la fotografía han mostrado la monumental presencia de un abeto emergiendo de la parte noreste del lago. El árbol ya no es visible desde la orilla del lago, debido al efecto del hielo que, presente al comienzo de diciembre hasta su desaparición en abril, ha truncado la cúspide, ocultando su presencia. Sin embargo, si atraviesas el lago en bote, puedes detectar la presencia del árbol, que se localiza a pocos metros, cerca de la superficie. Motivados por la curiosidad y la seguridad que da la experiencia, algunos buceadores han decidido explorar las profundidades del lago.
Lo que necesitas saber, de acuerdo con la gran cantidad de literatura que se ha producido sobre el lago, es que Tovel es un lago creado por un corrimiento de tierra, tras la retirada de un glaciar, cuando cayeron las rocas de Marocche contribuyeron a dar forma a la actual cuenca en dos fases diferenciadas: la primera fase invadió el área central, haciendo que alcanzase una altura de cerca de unos veinte metros, mientras que la segunda fue causada por un gran corrimiento de tierra que bloqueó la posición de la salida del agua, sumergiendo parte de la vegetación al noreste y dando forma a lo que vemos hoy día, haciendo aumentar su profundidad hasta treinta y ocho metros y medio. Esta fase ha sido confirmada por la datación a través de la prueba de carbono llevada a cabo a través de muestras de algunos especímenes de abeto, sumergidos en el último cambio. En el fondo del lago, en el área del noreste, está lo que erróneamente se conoce como bosque fósil.
Desde el 2005, Andrea y yo, ayudados por la Doctora Giovanna Flaim, experta en limnología de la Fondazione E. March (FEM) en San Michele Adige, junto con los arqueólogos Alessandro y Luca Bezzi dell'Arc – el equipo "Cles", llevando a cabo una serie de inmersiones en las aguas del Lago Tovel nos ha permitido describir la situación de los troncos del bosque sumergido y producir un material fotográfico consistente. Las inmersiones fueron también una buena oportunidad para tomar pequeñas muestras de sedimento en varias partes del lago. En general, el ciclo de la vida de los Dynophiceae se compone por células vegetales y un quiste. La formación flota y se multiplica en la columna de agua mientras las condiciones ambientales sean favorables, pero cuando estas condiciones desaparecen se convierte en un quiste que se hunde en el sedimento. Puede permanecer así durante varios años, hasta que las condiciones sean favorables de nuevo, entonces el quiste germina, dando lugar a unas nuevas células vegetativas, que completan el círculo de la vida. Los quistes de las tres Dinophyceae que forman nuestro complejo de especies es fácilmente reconocible y, por tanto, práctico si necesitamos una identificación inmediata, a diferencia de las células vegetativas que son difíciles de identificar, lo que prueba la confusión del pasado. A través de análisis microscópico y la georreferenciación del sedimento se ha podido conocer la situación de los quistes de Dinophyceae en el lago. Al combinar su distribución con otra información, como temperatura y nutrientes, la intención fue descubrir otra pieza del puzzle biológico, así como las condiciones favorables o desfavorables que permiten la floración de las algas, en los lagos pobres en nutrientes como el lago Tovel.
Las inmersiones pronto se mostraron complicadas: el agua intensamente fría (a una profundidad de 35 metros la temperatura es de 4º incluso en verano), con escasa visibilidad, y debido a su altitud, de 1178 metros sobre el nivel del mar, Tovel está considerada a todos los efectos una inmersión de gran altitud, obligando a los buceadores a planearlo todo escrupulosamente. La mayor parte de las inmersiones se han llevado a cabo durante los meses fríos, con la esperanza de una menor turbiedad, y, como resultado, una mayor visibilidad que permitiese un mejor desarrollo de la operación. Se ha llevado a cabo a pesar del gélido frío que incluso en las aguas más superficiales era de en torno 5º-6º.
Desde el comienzo, el escenario bajo el agua se mostró extraordinario, nada menos que alucinante: los troncos, algunos mantenían aún sus raíces enterradas, otros, con las raíces en el agua, caídos, aparecían ante nuestras máscaras con su espectral y aterradora presencia. Su forma y su posición avivan la imaginación de cualquiera mirándolos de tan cerca: parecía que estuviésemos sumergidos entre la realidad y el sueño, entre un mito o un cuento de hadas. Mirando este entorno es inevitable que vengan a la mente algunas leyendas populares de Val di Non que han servido para explicar el origen del lago rojizo.

La leyenda habla de Tresénga, la bellísima hija del rey de Ragoli, y el rey Lavinto di Tuenno. Tras la muerte del rey Lavinto, que estaba más interesado en la conquista del territorio de Ragoli que en la reina Tresénga, forzó a ambos reinos a combatir en las orillas del Lago Tovel. La armada de Ragoli fue vencedora, y la reina muerta por una flecha del arco de Lavinto. Esta leyenda explica por qué el lago se torna rojizo cada verano, a consecuencia de la terrible batalla, y por qué las noches de luna nueva, desde la orilla oeste, se pueden escuchar los lamentos de la Reina Tresénga.

 
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